Ana María Gutiérrez Soranen
El fin de semana pasado salió a la luz pública el triste caso de dos mujeres que en una calle de Helsinki, fueron seguidas por dos policías vestidos de civil y que les demandaron presentar sus pasaportes. Estas mujeres eran la madre y hermana de un conocido músico finlandés, “Musta Barbaari”, cuyo nombre de pila es James Nikander.
Ya con anterioridad hemos leido noticias de que la policía de Finlandia, de vez en cuando, hace operativos en las calles y pide documentos de identificación a la gente. Al parecer, esto se hace para capturar a inmigrantes irregulares.
En Finlandia es prohibido, dar trato diferencial a la gente por su apariencia física.
Según lo narrado por Nikander, la policía les puso (a su madre y hermana) las muñecas y las registró. Según las mujeres, ellas preguntaron a la policía el motivo de tal actuación y la policía no les respondió nada. Ahora el caso está siendo estudiado por las autoridades que evaluarán la actución policial.
Como esto no fuera poco, después de que el Nikander publicara en su muro de Facebook lo vivido por su madre y hermana, una parlamentaria del partido político Los Verdaderos Finlandeses, escribió que lo que Nikander decía denigraba a la policía y que lo que Nikander debería hacer es volver a su patria.
El músico Nikander nació en Turku, una ciudad de Finlandia. Su padre es finlandés y su madre de Sambia. La patria de Nikander es Finlandia y no otra. Para ver foto de Nikander, hacer clic aquí.
Lamentablemente esta no es la primera vez que a una persona se le dice qe abandone Finlandia por opinar de una manera distinta a la de estos “dueños y señores de Finlandia”.
Para algunos finlandeses y finlandesas, como esta parlamentaria, todas las personas tienen derecho a opinar pero solamente de manera positiva sobre Finlandia. Ellos se reservan el derecho exclusivo de la crítica amplia. Algunos y algunas gozamos pues, según estas personas, de una libertad de opinión parcial, limitada. Me incluyo porque al igual que muchas otras personas (como a los periodistas Umayya Abu-Hanna y Enrique Tessieri), también a mí me han dicho que me vaya.
Ayer escribí en mi diario en finlandés sobre esto mismo de la libertad de opinión limitada y hoy alguien me dejó un comentario donde me dicen que gozo de unas comodidades construidas por otros y que no vivo en Nicaragua o en Cuba porque en Finlandia hay “un buen banquete”. Esa es la retórica de los xenofobos que dicen que los que venimos de otros países venimos solamente a provecharnos de las sociedades de bienestar.
Lo digo aquí a como respondí en finés a esta persona. Su opinión es el vivo ejemplo de lo que digo y para estas personas una veintena de años trabajando y pagando impuestos en Finlandia no son suficientes para ser considerado o considerada como ciudadano o ciudadana pleno o plena de Finlandia. Aunque relatara todo lo que hago y he hecho, dirían estas personas que miento. A decir verdad, quedan muy pocos veteranos de guerra y la Finlandia de hoy nos necesita a todos los que nos esforzamos de una manera u otra. Además algunos finlandeses y finlandesas y, por suerte no son muchos, creen que vivir en Finlandia es como vivir en el cielo y que la vida en otros países es imposible para ser feliz. Están equivocados. También en el bienestar la gente puede ser muy infeliz.
Otra verdad es que el odio a los extranjeros hace que a veces la vida en Europa, y lamentablemente también en Finlandia, parezca un sacrificio. Menos mal que tengo amigos que animan a seguir luchando cada día y que hacen que cada día valga la pena vivirlo aquí y no en otro lugar.
Abrazos.
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Esta nota fue publicada con permiso del autor.